Ahora que podrían aparecer gurús, hablando de seguridad ciudadana sin haber hecho prácticas en la mallas sociales o entramados sociales, sobre territorios aquejados por conflictos, demostrándose la gran necesidad demandante de introducirse en las comunidades, bien sea en forma privada a través de fundaciones u organizaciones no gubernamentales, pero la forma más visible es haciéndolo desde las instituciones gubernamentales, las cuales tienen por intermedio de sus empleados la fina obligación de prestar el llamado servicio público, para participar en esos procesos multifuerza, toda vez que una sola institución sería incapaz de llevar todas las respuestas a problemas tan complejos, como son la diversidad social y el comportamiento humano.
Para llegar al meollo del asunto, es necesario habilitarse en largos años de acompañamiento en la vigilancia de las dinámicas sociales, no como analistas de cifras que emiten observatorios de delitos y comportamientos contrarios a la convivencia, sino que hay que meterse de lleno en lo que llamaría relación directa de las conflictividades sociales, que por supuesto reclaman la presencia de actores sin afán protagónico, sino que de verdad acompañen de manera sostenida a los seres humanos (desde la mañana hasta la noche), durante días, semanas, meses y años, porque solo así llegaríamos a entablar una cercanía con las comunidades y las propuestas de esa suma algebraica de competencias, que organizaciones gubernamentales pueden ofrecer, a través de sus empleados públicos de carrera, (no de oportunidad política) como normalmente se los descubre apagando incendios recogiendo con su presencia información sorprendente, donde por asuntos de su cargo deben aparentar la solidaridad momentánea, para decir que allí estuvieron, pero que jamás solucionaron ningún problema y ahora resultan hasta en campañas políticas hablando de seguridad ciudadana; me refiero a que ligarse con las comunidades sobre todo las más aquejadas conlleva tiempo, deseo y alto sentido de compromiso, por solucionar con hechos lo que se ha venido evidenciando a lo largo de años y normalmente las realizaciones se hacen concretas por medio de proyectos, que comprometen en lo que llamo multifuerza, a las competencias de actores competentes y de instituciones públicas, con fuerza económica presupuestal, pero con conocimientos y competencias demostradas en otros escenarios en la solución de problemas complejos, como son los referentes a la seguridad ciudadana.
Aquí es necesario clasificar los actores, motivadores y escenarios en donde se ven afectadas las comunidades y sus comportamientos, porque la verdad sea dicha, llegar a modificar comportamientos es labor titánica, que solo por conducto de una formación sostenida y guiada permanentemente puede ser posible y aún así hay asuntos que quedarían insatisfechos, porque llenar al ser humano con materialismos es válido, pero no es todo lo que el espíritu necesita para mejorar. En fin, para llegar a sintetizar el camino de la solución a problemas de seguridad ciudadana que abordan con juicio, como siguiendo un “Chek list” en mesas de diálogos, donde las expresiones pueden pasar de conversaciones y tertulias a diatribas condimentadas de actitudes contestatarias, (donde se necesita de altísima formación en templanza), para no dejarse permear por el espíritu revanchista que casi siempre, quien tiene el poder esgrime en cualquier momento para desquitarse y allí queda finalmente la medición de fuerza, pero no lo que demanda la comunidad, una suma algebraica (instituciones, problemas y soluciones), de términos complejos que deben ser atendidos con total atención, sostenibilidad, compromiso, responsabilidad y entrega total a la resolución de problemas que el tiempo, la multifuerza, la economía y no solo la política pueden resolver.
Ahora bien, no porque se haya trabajado por muchos años en instituciones públicas, detrás de un escritorio se alcanzaría la experiencia ¡no, no, no! hay que untarse de comunidad, de pueblo, de necesidad, para llegar a saborear lo que en sí contiene el conocimiento de lo que se llamaría seguridad ciudadana, que no debe confundirse con seguridad de estado, desde como está concebido el currículo en las fuerzas militares (defensa de la soberanía nacional), esto es diferente a la vigilancia en las calles de las ciudades día y noche, y en los municipios rurales, que es muy distinto a estar en la selva, persiguiendo enemigos llamados en su momento la guerra irregular; porque hablar de seguridad como resultado, es una sumatoria algebraica, es acercarnos a la validez de soluciones, que planes de desarrollo esgrimidos por mandatarios políticos, podrían llegar a entregar no solo en el papel sino con realizaciones concretas y sostenibles acompañadas por la multifuerza de las instituciones públicas, pero más allá es a través de funcionarios de carrera comprometidos por años con esos entornos y sus comunidades de manera permanente es decir, casi que su trabajo por décadas se traduce al lado de sus territorios afectados.