Nada más y nada menos que tocar un tema, que aún muchos no han definido en pleno siglo XXI, tocar la conciencia como punto de partida para proponerse cambios!
Un interrogante magnánimo sería: Pesa la conciencia sobre nuestros actos? o pesan los actos sobre la conciencia? Como hemos venido hablando de asuntos atañederos a la autoridad y al servicio, no podríamos alejarnos de esta hilaridad que llevamos, teniendo en cuenta que para iniciar la metanoia, es absolutamente necesario el examen como consecuencia de la voluntad deseada para cambio; es decir elegir está al alcance de la libertad humana, pero elegir bien es grandioso, como cuando alguien se gana la lotería, y notablemente manifiesta crecimiento, pero dónde realza ese crecimiento? Interiormente sobre lo que llamamos intimidad y bien estuvo inscrito en el portal del templo de Apolo en Delfos: “Conócete a ti mismo”.
Lastimosamente si en algún lugar de la cancha, alguien conquista un gol, que no sea realizado por los delanteros (supuestos adalides goleadores), puede surgir dentro del ser humano, aquella envidia que inicia pequeña y de no corregirse podría volverse una montaña, y en tal virtud, cuántos identificamos que necesitamos formación, diaria, pronta y oportuna para mejorar? Lo anterior indica que no todo lo que hicieron mis antecesores está perfectamente acabado, sino que sigue siendo perfectible, y así sucesivamente lo que hagamos en nuestro tiempo puede ser mejorado por otros, al fin y al cabo de eso trata la evolución. No obstante cuántos se sienten agredidos cuando se les cambia alguna elaboración, que en su momento funcionó, pero que ahora parece no servir demasiado a las demandas que cargan las nuevas tendencias? Sobre todo ahora que los cambios son vertiginosos, por decir algo: “design thinking”.
Para no apartarnos del tema es necesario retomar el curso, así como lo propone el título de este artículo, que pretende sobre las alturas de este inicio calendado en el almanaque gregoriano, revisión de lo que se ha realizado, pero esos hechos son consecuencia de unos pensamientos anteriores, (planificados o nó), que sacan a relucir lo que llevamos dentro.
Casi que el ser humano sano, experimenta sobre lo largo de su vida algún instante de examen, bien sea físico, psicológico, académico, financiero, social, político, familiar, etc. podríamos decir que si el asunto sale bien, nos henchimos de alientos y placeres, pero si es lo contrario, cargamos con el señalamiento y la crítica, en ocasiones mordaz y lacerante, como dicen por ahí “quedamos como gallinas desplumadas”; entonces cómo auscultar la conciencia? dónde se encuentra ubicada la conciencia para tomar una radiografía? quién es el galeno que diagnostica y propone fórmulas de solución?
No es tan sencillo el tema cuando se lo lleva al plano científico, pero sí es demasiado entendible, cuando se lo lleva al silencio y la introspección individual! es deseable proponer el aprovechar estos momentos, como en cualquier otro momento, para corregir el rumbo, aún cuando a veces, nuestra rebeldía nos niegue la claridad, sobre todo que al final de nuestras vidas seremos juzgados sin contemplación, (ejercicio de la autoridad), los resultados es mejor obtenerlos, analizarlos y enderezar el curso, puesto que errar es de humanos y perdonar es de conciencias grandes y generosas, que permiten alentar una causa que no siempre el acabarla está en nuestras manos. Lo que sí está claro acerca del servicio es que el bien recibido se multiplica potencialmente y lo contrario también lleva mucho tiempo enderezarlo.