Como es bien sabido hablar de cultura es hablar de herencia, cabría la pregunta: ¿qué tenemos propio que no hemos heredado de padres, profesores, amigos, parientes, compañeros de trabajo, medio ambiente, etc.?
¿Normalmente al escribir se citan a las personas que se han leído, pero cuántas veces no se citan a los padres, y a aquellos a quienes en algún momento permitieron con su ejemplo y formación elucubrar ideas, ilusiones, pensamientos, objetivos y proyectos? ¿Serían interminables las bibliografías verdad?, pues para no dejar sin agradecer, dejo constancia de presentar mi gratitud a quienes recuerdo ahora y a quienes ya he olvidado involuntariamente debido a la memoria que se extingue cada día en proceso natural de existencia; pero que fueron piezas claves en mi formación individual, familiar, profesional, social, laboral y espiritual.
Siguiendo con el tema del artículo, es menester avisar que para lograr un cambio verdadero, estaríamos obligados interiormente con una fe impertérrita de deseo hacia el cambio, es decir una motivación interior por mejorar, debido a que no hay nada más grandioso que mueva a mejorar al individuo que el bien! está claro que la fuerza motivadora número uno es llegar a un estado de mejoría en las diferentes dimensiones humanas, de allí que sea el trabajo, entendido como servicio la realización maravillosa, puesto que si de herencia se trata este artículo, como doctrina para cambio, habría que reconocer que debemos desaprender asuntos heredados, que nos merman capacidad de relacionarnos con otros y con el cosmos en general. ¡El llegar a establecer una doctrina social para varios continentes y para regiones dentro de este mundo global y pluralista, sería apoteósico! ¿cómo desconocer que cuando hablamos de seguridad, echamos mano de la memoria y de esas costumbres de casa para la prevención? ¿recordamos las calles en la niñez? ¿recordamos que eran más seguras que ahora? ¿o al menos así parece… puede ser que ahora los medios y redes de comunicación dejan al descubierto, cantidad de novedades que antes o se desconocían o se tapaban como parte de esa herencia, hacia el respeto por el otro? ¿Qué nos hace daño, sería la otra pregunta? El desconocer que no estamos solos, que no vivimos solos, que el hombre se realiza en su relación y dimensión social, solo así descubrimos la grandeza que cada uno guarda y que no es posible madurar sin la sociabilidad.
No puede quedarse la seguridad pública al garete y trampolín protagónico de alguien que aprovecha las cámaras para mostrarse como salvador! estoy convencido en reconocer que se trata de sumar, de poner, de sinergias puestas por personas, que sin esperar recompensa abramos las posibilidades de participación, allí el pluralismo se pone en práctica, es una herencia que todavía no alcanzamos a saborear en esta región latinoamericana, puesto que, por algo nos llaman “tercer mundistas”, será porque aún ¿estamos en un estadio muy primario de evolución de las emociones que nos afectan públicamente? o será que aún nos mueve la trampa y el decir que ¿somos aventajados con respecto de otros en el comportamiento de la civitas? (ciudad).
Cuándo debemos sacudirnos de esos perversos ejemplos? cuándo nos obligamos a servir sin esperar jamás recompensa? en fin sería un cúmulo de respuestas las que aglutinarían estos interrogantes, pero lo que debemos reconocer es que todo inicia por el principio y ellos son inamovibles, es decir todo comienza por un instante, un momento, unos segundos de decisión de determinación, al parecer el deseo de cambio está allí, en ese querer, pero ¿cuando llega ese lapso de tiempo en cada uno de nosotros? pues para que haya conjunto se necesitan sus integrantes y allí podríamos aseverar que o somos homogéneos o somos heterogéneos? y es cierto, cambiamos por momentos el comportamiento en la civitas para llegar a ser homogéneos, aún cuando en el interior cada uno sea heterogéneo en su forma y diversidad natural.
En conclusión, las doctrinas legislan orientando a futuro, pero es necesario decidir en presente y allí empieza el cambio! El comportamiento es lo que reflejamos y el motor la voluntad; este tercer milenio está lleno de ayudas tecnológicas, que nos ayudan a recordar a cada instante, en qué debemos mejorar nuestra conducta, para ser más homogéneos en el respeto por el otro y por normas que ayudan a mantener un orden social. Reconozcamos que es el orden, la virtud común denominador de todas las demás virtudes, como la denomino para afirmar, que este recuerdo me lleva a desasir o desaprender herencias malignas e iniciar por mi interior para mejoría en el desenvolvimiento social, para que unido a la labor de las autoridades comprometidas en este control, hagamos una tranquilidad construida desde el querer de cada uno de nosotros.